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Construyendo una cultura de paz

CEDIC

COMISIÓN EPISCOPAL DE DIÁLOGO INTERRELIGIOSO Y COMUNIÓN

¿Quiénes Somos?

 Líneas de Acción:

1. La vocación, formación y misión de todos los bautizados:

  • Incluyendo a ministros ordenados, vida consagrada y laicos.
  • Enfatizando la cultura vocacional y la formación integral.
  • Fortaleciendo la identidad y misión de cada estado de vida.

2. La construcción del Reino en la justicia y la paz:  

  • Promoviendo el acompañamiento a los más pobres y vulnerables.
  • Atendiendo a las víctimas de la violencia.
  • Trabajando por la reconciliación y la paz desde la verdad.

3. La Sinodalidad al servicio de la evangelización: 

  • Enfatizando la escucha de Dios y de los hermanos. 
  • Integrando la conversión personal, comunitaria y pastoral. 
  • Promoviendo el discernimiento y la corresponsabilidad eclesial. 

4. Iluminar con el Evangelio el cambio de época:

  • Iluminando las transformaciones culturales y sociales.
  • Atendiendo las implicaciones antropológicas actuales.
  • Integrando el cuidado de la casa común y la ecología integral.

La COMISIÓN EPISCOPAL DE DIÁLOGO INTERRELIGIOSO Y COMUNIÓN (CEDIC), nos ponemos al servicio de la “colegialidad episcopal”, para facilitar una de las dimensiones que el Concilio Vaticano II impulsó para trabajar por la  unidad de los cristianos y fomentar un diálogo fraterno con todas las religiones, que favorezca la convivencia de todos los pueblos y credos, y fortalezca la libertad religiosa y la paz de toda la familia humana.

 

Objetivo general CEDIC 2024 – 2027:

En la Comisión Episcopal CEDIC nos proponemos a caminar en comunión como Iglesia profética y sinodal colaborando en la pastoral con subsidios que favorezcan tanto la Identidad católica como la conciencia de ser Iglesia en salida al encuentro de la diversidad cristiana, intercultural e interreligiosa, con apertura al diálogo colaborativo y a la escucha y cercanía como Iglesia misericordiosa.

Noticias

Diálogo Interreligioso

El Concilio Vaticano II hizo un llamado a todos los católicos a «reconocer, preservar y promover los bienes espirituales y morales en otras religiones, y los valores en su sociedad y cultura», como una forma de «unir las manos para trabajar por un mundo de paz, libertad, justicia social y valores morales». El diálogo interreligioso implica comprender lo que Dios podría estar diciendo a través de otras tradiciones religiosas y debemos aprender a escucharlas.

Diálogo por la Unidad de los Cristianos

“Los cristianos estamos llamados a ser signos de Dios, y vivir concretamente la unidad en la diversidad. Seamos todos uno, como es el deseo de Jesús, y aun en la diversidad de religiones, razas y lenguas, estemos unidos por la fe en Cristo y construyamos una sociedad más justa y fraterna”. En el proceso sinodal que vive la Iglesia, se nos anima a caminar juntos con las iglesias cristianas para la preparación del Jubileo de la Esperanza que se celebrará en 2025.

“¡Pero mi Dios es más importante que el tuyo!” ¿Eso es cierto? Solo hay un Dios, y nosotros, nuestras religiones son lenguas, caminos para llegar a Dios. Uno es sijs, otro, musulmán, hindú, cristiano; aunque son caminos diferentes”.

Papa Francisco

Encuentro con jóvenes en Indonesia, septiembre de 2024.

DIÁLOGO CON TODOS

HISTORIA

Debido a la necesidad  de una Iglesia en salida que dialogara con el mundo, en particular con los miembros de otras tradiciones religiosas, se crea en un principio a nivel universal un Secretariado para los no cristianos, instituido por el Papa Pablo VI, el 19 de mayo de 1964, con el Breve Progrediente Concilio, antes de la promulgación de la Declaración Conciliar “Nostra Aetate” (1965) y de la clausura del Concilio Vaticano II.

Después de 60 años, el diálogo interreligioso, entre dificultades y malentendidos, nunca se ha detenido. En 1988, de acuerdo con la Constitución Apostólica Pastor Bonus, el Secretariado se convirtió en el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso (PCDI)  y  ya en el año 2022 el Papa Francisco reforma la Curia Romana a través de la Constitución apostólica “Praedicate evangelium” (Predicad el evangelio), promulgada el 19 de marzo de 2022 y que entró en vigor el 5 de junio del mismo año; y pasa de ser Consejo Pontificio a ser un Dicasterio hasta el día de hoy como Dicasterio para el Diálogo interreligioso.

Por otro lado, el origen del Dicasterio por la Unidad de los cristianos, antes Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los cristianos, está estrechamente vinculado reformándose de manera similar. Era el deseo del Papa Juan XXIII que la participación de la Iglesia católica en el movimiento ecuménico contemporáneo fuese una de las principales preocupaciones del Consejo. Así, el 5 de junio de 1960, se estableció un “Secretariado para la Unidad de los Cristianos” como una de las comisiones preparatorias del Consejo, y nombró cardenal a Agustín Bea como su primer presidente. Esta fue la primera vez que la Santa Sede había establecido una oficina para tratar únicamente los asuntos ecuménicos.

Al principio, la principal función del Secretariado era invitar a las demás Iglesias y Confesiones del mundo a enviar observadores al Concilio Vaticano II. Sin embargo, ya desde el primer período de sesiones (1962), por una decisión del Papa Juan XXIII, fue colocado en el mismo nivel que las comisiones conciliares. El Secretariado para la Unidad de los Cristianos así preparaba y presentaba al Consejo los documentos sobre el ecumenismo (Unitatis redintegratio), sobre las religiones no cristianas (Nostra Aetate), sobre la libertad religiosa (Dignitatis humanae) y, junto con la comisión doctrinal, la Constitución dogmática sobre la Divina Revelación ( Dei Verbum).

Ambos dicasterios, tanto el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso como el Dicasterio por la Unidad de los Cristianos están al servicio de la Iglesia universal en su vasta misión de diálogo, y lo hacen en colaboración con los Obispos de las Iglesias locales, especialmente a través de las Comisiones Episcopales para el Diálogo Interreligioso. Aunque la actividad de diálogo es promovida a nivel universal por los Dicasterios, es imprescindible involucrar tanto a la Iglesia local como a la Representación Pontificia.

En México, la CEDIC (Comisión Episcopal para el Diálogo Interreligioso y Comunión) fue creada desde el año 2007. Ahora en 2025 tenemos la intención de una actitud de diálogo, tanto para buscar fervorosamente la unidad cristiana como para con las demás religiones a través del Diálogo interreligioso. La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, desde el año 2009, se ha venido promoviendo en la CEM y en las diócesis el uso de este material a través de CEDIC.

Entre los avances hay tres signos muy importantes:

  1. Ya cumplió 17 años la Comisión episcopal (CEDIC);
  2. Los obispos y sacerdotes asumen este tema como un elemento esencial de la misión de la Iglesia.
  3. Existen innumerables fieles católicos que se interesan en llevarlo a la acción para la construcción de una paz duradera en nuestro país a través de la unidad cristiana y el diálogo interreligioso viviéndolo como parte de su fe.

El tema de las relaciones interconfesionales e interreligiosas es como un libro abierto desde hace 60 años por el Vaticano II y que ahora, con el magisterio del Papa Francisco, podemos afianzarlo con la continuidad a través del capítulo de la fraternidad humana. Este tipo de diálogos requieren una dedicación y un cuidado constantes, en los que la expresión de la propia identidad no debe alimentar prejuicios ni resistencias.

Con el Papa Francisco nuestra misión se ha convertido en una de las prioridades de la Iglesia, como muestra, lo atestiguan los últimos viajes internacionales del Santo Padre, desde Abu Dhabi en febrero de 2019 hasta el recientemente concluido en Irak, en el signo de la “fraternidad humana”.

El Papa Francisco, que, siguiendo los pasos de sus predecesores, ha promovido él mismo el diálogo en numerosas ocasiones, nos anima hoy a seguir en el camino de la fraternidad junto a todos los hombres de buena voluntad. Sin renunciar en absoluto a nuestra identidad ni recurrir a un irenismo fácil, debemos afirmar con fuerza y valentía la necesidad de dejar de lado prejuicios, vacilaciones y dificultades para construir una sociedad fraterna.

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